Ahora, no estoy en contra de estas maravillosas invenciones. (Yo mismo, por fin, estoy aprendiendo a usar un iPad para correos electrónicos y lectura de documentos.) Tener la Palabra de Dios en el aparato es buena manera de tenerla siempre al alcance. Pero si estos fantásticos aparatos nos quitan la costumbre de memorizar, repasar y recordar la Palabra de Dios, creo que estamos en peligro de perder algo sumamente valioso. Un autor y maestro bíblico escribió: “No conozco ninguna otra disciplina en la vida cristiana que sea más provechosa, hablando prácticamente, que la memorización de las Escrituras... Su efectividad en la oración será fortalecida. Su testimonio será más poderoso. Sus consejos serán de mucha ayuda. Su actitud y esperanza serán cambiadas. Su mente será más alerta y sensible. Su confianza y seguridad serán más fuertes. Su fe será más solidificada” (Charles Swindoll). Este autor recibió ayuda de Los Navegantes como Marino en Okinawa en los años 50 y todavía memoriza las Escrituras. Yo puedo decir lo mismo. Aprendí esta disciplina en Okinawa también y ha sido de enorme beneficio en mi vida. No veo cómo ningún aparato electrónico me podría ayudar como me ha ayudado la memorización de las Escrituras. ¿Por qué es tan difícil lograr que los cristianos en la América Latina acepten que no hay substituto para esta disciplina espiritual? Tal vez es porque mucho de la enseñanza en las escuelas fue por este método. O tal vez es porque muchos rechazan esta disciplina como un legalismo. La diferencia entre disciplina y legalismo es la motivación. La disciplina está arraigada en los beneficios que uno recibe y que uno quiere obtener a cualquier precio. El legalismo está basado en una idea equivocada que asegura a todos que si uno hace tal o cual cosa, Dios tiene que bendecirle. Esto no es cierto, pero por este motivo muchos confían en un sistema legalista. El resultado es nulo, pues, Dios no opera con la Ley sino por la Gracia – tú haces algo por fe y amor, y Dios te recompensa por tu amor obediente con un mayor conocimiento de El (Juan 14:20). Algunos autores, consejeros y conferencistas dicen que la memorización es sólo una manera de manipular a Dios usando promesas del Antiguo Testamento, como Salmo 1:2,3 y Josué 1:8. Debemos recordar que el fenómeno mayor del Siglo XVII fue la invención de la imprenta y que antes que ese gran invento, poquísimas personas tenían acceso a la Palabra de Dios escrita y dependían de la memorización para poder hacer cualquier ministerio. Desde los tiempos de Moisés hasta hace unos 400 años, la memoria era casi la única manera de mantener viva la Palabra de Dios en el corazón. Vemos en el Nuevo Testamento cuántas veces Jesucristo citó la Palabra de Dios al pie de la letra, memorizada en la sinagoga y la casa. Pablo citó muchísimos pasajes también y algunos pasajes del mensaje oral que aprendió de aquellos primeros discípulos. Además, muchísimos testigos todavía vivían cuando los Apóstoles andaban predicando el Evangelio. Los ciegos y la gente que no lee o no tiene mucha posibilidad de leer tienen una marcada capacidad de aprendizaje y memorización. Esa capacidad se ve poco hoy en día. Aprendemos de libros y ahora más y más de las computadoras y aparatos electrónicos. No tenemos que recordar, siempre podemos acudir a esas fuentes de datos. La Biblia nos dice que debemos “grabar las palabras en las tablas de nuestro corazón” para tenerlas en cualquier momento, aun cuando no es posible, o permitido, usar nuestros aparatos. Hay situaciones cuando lo único que podemos acceder son los versículos que hemos memorizado. Serán nuestra comida, fortaleza, confianza y esperanza en las pruebas de la vida. Recuerdo los testimonios de prisioneros durante la guerra en Viet Nam que en su extremidad compartían con compañeros en otras celdas versículos memorizados, mandándolos en el Código Morse por las paredes. Mi experiencia con la meningitis a los 70 años de edad fue una gran lección para mí. No recordaba casi nada cuando salí del hospital; me costó dos años reactivar “la cinta”, pero con un poco de repaso todos los versículos que había memorizada volvieron a mi memoria activa. Las computadoras pueden perder grandes bloques de datos importantes, pero el corazón lleno de la Biblia mantiene accesibles los versículos. La memorización de las Escrituras es casi la única manera de cumplir algunos mandamientos de Dios como el Salmo 119:11 – “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.” Josué 1:8 lo enfatiza: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.” Proverbios 7:1-3 habla de lo mismo: “Hijo mío, guarda mis palabras y atesora contigo mis mandamientos y vivirás … átalos a tus dedos y escríbelos en la tabla de tu corazón.” Pasajes grabados en el corazón eran esenciales en aquellos tiempos. Lo son también en nuestros días, quizá por otra razón: ¿qué pasará si llega el día en que los sistemas del Internet estén en un caos tal que se pierde la comunicación, el estudio y el aprendizaje que nos da la computación? Lo que tenemos en el corazón nada nos lo puede quitar. Son pocos los grupos cristianos que ofrecen o enfatizan esta disciplina. Necesitamos buscar y aprender a usar algún programa para atesorar la eterna Palabra de verdad en nuestros corazones. Si no conoces uno, con gusto te mandaré un plan sencillo e instrucciones sobre el arte de la memorización para que puedas experimentar los grandes beneficios de la memorización. Que Dios les motive y capacite para hacer esta buena disciplina. Abrazos, Samuel Material complementarioListado de versículos para memorizar:![]()
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Cómo memorizar las escrituras? |
Samuel ClarkA lo largo de su vida, Samuel nos escribió numerosas cartas para animarnos en nuestro caminar con Dios. |